En esta historia, un arriero, Rubén Olmos, aprendió de su padre a viajar por la cordillera acarreando ganado entre Chile y Argentina. Tenía un caballo llamado "Lucero" , su supertición le dijo que éste le traería suerte en las difíciles hazañas. Recorría senderos de sólo 80 centímetros de ancho justo para que puediese pasar un animal entre un muro de piedra y un abismo.
Llegamos a las 10:30 de la mañana. Luego de realizar los trámites de aduana nos dirigimos a la salida del aeropuerto, con gran alegría pudimos divisar a Miguel que nos estaba esperando, despues de los saludos habituales nos condujo a su departamento, ahi nos recibio mi hermana Ana. Fuimos ubicados en un agradable aposento, finamente preparado. Después de descansar un par de horas Any nos sirvió un almuerzo y una exquisita ensalada de frutas con un delicioso café. ¡Lo nececitabamos! Nos enteramos de cada uno de los miembros de la familia y de los programas a seguir en los dias sucesivos. A las 8:00 de la noche nos visitó nuestro sobrino Francisco Eduardo con su esposa Gilda y su hijita Francisca Paola de sólo seis meses de edad, quien mostró ser una perfecta damita. Se retiraron pronto pues deseaban tuviéramos un reparador descanso. Nos invitaron a una comida para el día Viernes a las 8 de la noche en su casa.
Gilda, Francisca Paola y Francisco Eduardo